Revista psicomedios: La importancia de la escucha y la palabra


 Revista: Psicomedios - Mayo 2021

El niño que se trae a consulta, que presenta un síntoma, al responder a la palabra precisa recibida, puede introducir su propia verdad y puede, por medio de una palabra, salir vencedor del conflicto.

Si hay cosas que no se hablan, si ciertas respuestas están ocultas, entonces al niño le será difícil introducir su pregunta como no sea por medio de, por ejemplo, el desorden de su comportamiento.

Ante estos “desordenes”, se ha visto que se busca calmar al niño por medio de dispositivos digitales. Los videos de Youtube y todo tipo de juegos disponibles en los dispositivos electrónicos actúan como sinónimo de un chupete que ayuda al niño a sobrellevar diferentes situaciones que implican un pequeño malestar. Cuando decimos malestar, hablamos de momentos que no son del todo gratos para el niño, como tampoco lo son para los adultos, hacer una fila, esperar un turno, etc.

Por supuesto que es entendible que espontáneamente esto sea algo dificultoso para los niños pero se vuelve aún más complejo si a la hora de ponerlo en práctica decidimos darles una pantalla que elimine en cierta forma esa presencia de la situación incómoda.

Todos estos estímulos que provienen de estos medios digitales sobrecargan al niño de información y, a su corta edad, no llegan a procesarla al 100%. ¿Qué produce esto? Algo que llamamos saturación psicológica. Conlleva a un estado de excitación permanente que se descarga de forma motriz, con movimientos. Por lo que, además de la conducta inicial que se intenta apaciguar con el dispositivo, se suma el malestar generado por este último. Un círculo vicioso de factores que intentan taparse sin gestionarlos desde su raíz.

Es la palabra del adulto la que habrá de marcar y determinará las modificaciones posteriores de la personalidad del infante. Lo no-dicho en la familia expresa una dificultad, un conflicto que claramente será percibido por el niño. El factor que desencadena el síntoma no es el acontecimiento en sí real sino lo que de éste han dicho o han callado quienes están a su alrededor. Son las palabras, o su ausencia, asociadas con la escena.

El niño de la consulta no es el niño solo, aislado. Sino que, como analistas, nos enfrentamos a una historia familiar. Este niño ocupa un sitio determinado en la psiquis de las personas que lo criaron. Es por esto que el niño-paciente no puede ser aislado artificialmente de cierto contexto familiar, desde el comienzo necesitamos contar con quienes lo criaron, padre, madre y/o tutor.

Para el niño, asumirán importancia las palabras pronunciadas por quienes lo rodean acerca de su comportamiento. Esas palabras o su ausencia crearán en él la dimensión de la experiencia vivida. También la verbalización de una situación dolorosa, en el caso de que la haya, le permitirá dar un sentido a lo que vive. Cualquiera que sea el estado real de la situación, el psicoanalista intentará escuchar esa palabra que permanece solidificada en una angustia o recluida en un malestar corporal del niño.

En la cura, lo que va a reemplazar a la demanda o a la angustia de quienes criaron al niño y del niño mismo, es la pregunta del sujeto, su deseo más profundo que hasta entonces estaba oculto en un síntoma o en un tipo particular de relación con el medio.

La escucha es fundamental a lo largo de todo el desarrollo del individuo. Tapar un síntoma es una salida rápida pero no tan efectiva como lo es el indagar acerca del por qué se produce en primer lugar.

En el curso “Nuevos escenarios de la infancia en un mundo virtual” se trabajará con información acerca de las infancias que acontecen el actual mundo digital que habitamos y qué herramientas podemos adquirir para abordarlas desde nuestro rol individual.

Rocío Agustina Sosa Licenciada en Psicología

MP: 1994 http://campsite.bio/licrociososa