Junio 2023
En el imaginario social, cuando decimos la palabra “violencia” se suele pensar en un golpe. La realidad es que el espectro de la violencia es muchísimo mas grande y que sólo se lo asocie a un golpe es algo completamente peligroso.
El control, la manipulación… Esa violencia es la violencia simbólica, aquella que acarrea una sumisión naturalizada por el sistema de género. Este sistema, justamente, lo que hace es inscribir las diferentes formas de inscribir a la mujer y al hombre en términos de sujeto dominado (mujer) y sujeto dominador (hombre). ¿Y por qué esta violencia se termina efectivizando? Porque es expresada a través de micro violencias y micro machismos. Estas dos “micros” son sumisiones que son tan inconscientes que se invisibilizan
Cuando se está inmersa en un ciclo de violencia existe una etapa en la que, frente a tanta hostilidad, la víctima se pregunta “¿qué hice mal?” al punto de, a veces, convencerse de que su percepción es incorrecta o psicopatológica dudando de su propia experiencia y culpándose de lo que sucede.
Esa “violencia que no se ve”, la violencia psicológica, causa daño emocional y disminución de la autoestima o perturba el pleno desarrollo personal de la víctima. Esta pierde la confianza en las propias sensaciones y niega el propio miedo que, justamente, intenta funcionar como alarma.
La violencia de género se produce y re-produce en la forma en que construimos el mundo y desarrollamos conductas, sentimientos, pensamientos y relaciones entre personas y entre instituciones. La discriminación se produce y reproduce en todos los ámbitos de la cultura como el trabajo, la familia, la política, las organizaciones, el arte, las empresas, la salud, la ciencia, la sexualidad, la historia y más…
Es responsabilidad de todxs reconocer las relaciones de poder que se dan entre los géneros (en general favorables a los varones como grupo social y discriminatorias para las mujeres) y reconocer que estas relaciones son constituidas social e históricamente mientras atraviesan todo el entramado social y se articulan con otras relaciones sociales.
El control, la manipulación… Esa violencia es la violencia simbólica, aquella que acarrea una sumisión naturalizada por el sistema de género. Este sistema, justamente, lo que hace es inscribir las diferentes formas de inscribir a la mujer y al hombre en términos de sujeto dominado (mujer) y sujeto dominador (hombre). ¿Y por qué esta violencia se termina efectivizando? Porque es expresada a través de micro violencias y micro machismos. Estas dos “micros” son sumisiones que son tan inconscientes que se invisibilizan
Cuando se está inmersa en un ciclo de violencia existe una etapa en la que, frente a tanta hostilidad, la víctima se pregunta “¿qué hice mal?” al punto de, a veces, convencerse de que su percepción es incorrecta o psicopatológica dudando de su propia experiencia y culpándose de lo que sucede.
Esa “violencia que no se ve”, la violencia psicológica, causa daño emocional y disminución de la autoestima o perturba el pleno desarrollo personal de la víctima. Esta pierde la confianza en las propias sensaciones y niega el propio miedo que, justamente, intenta funcionar como alarma.
La violencia de género se produce y re-produce en la forma en que construimos el mundo y desarrollamos conductas, sentimientos, pensamientos y relaciones entre personas y entre instituciones. La discriminación se produce y reproduce en todos los ámbitos de la cultura como el trabajo, la familia, la política, las organizaciones, el arte, las empresas, la salud, la ciencia, la sexualidad, la historia y más…
Es responsabilidad de todxs reconocer las relaciones de poder que se dan entre los géneros (en general favorables a los varones como grupo social y discriminatorias para las mujeres) y reconocer que estas relaciones son constituidas social e históricamente mientras atraviesan todo el entramado social y se articulan con otras relaciones sociales.