Leer 30 minutos al día

Muchas veces me preguntan, y yo tambien me lo he preguntado, cómo mantener el habito de lectura. 

Un dia, Florencia Freijo, escritora y politologa, en sus redes mencionó un objetivo que me pareció posible: leer 30 minutos al día.

Leer mejora la concentración, fortalecer la memoria, aumenta la capacidad de comprensión y el pensamiento crítico y expande el vocabulario y mejora la expresión oral y escrita. Y ademas, me parece fundamental poder continuar sosteniendo una actividad sin tantos estímulos. 

Pero… ¿Cómo lograr mantener el hábito en un mundo que nos mantiene hiper estimulados todo el tiempo? 

Leyendo 30 minutos al día. ¿Cuanto pasas en la pantalla de tu celular? Seguramente mucho mas. 

Entiendo que puede parecer poco, casi insignificante frente al ritmo acelerado de la vida cotidiana. Pero esa media hora sostenida, día tras día, produce un efecto acumulativo sorprendente. La lectura no avanza solamente por la cantidad de tiempo disponible, sino por la constancia: es la repetición diaria lo que consolida el hábito, amplía la concentración y permite sumergirse cada vez más fácil en un texto. Treinta minutos pueden ser suficientes para avanzar un capítulo, revisar apuntes, continuar un libro postergado o incluso iniciar uno nuevo. Cuando se sostienen en el tiempo, esos 30 minutos se transforman en horas, y esas horas, en libros terminados, ideas nuevas incorporadas y una sensación muy concreta de progreso.

Además, leer todos los días genera algo más que acumulación: produce un pequeño ritual. Un espacio mental y emocional propio, donde por un rato la atención se ordena, el cuerpo baja la intensidad y la vida interior se enriquece. En lugar de esperar tener “una tarde libre” o “el fin de semana perfecto”, que casi nunca llega, media hora diaria se vuelve un modo de convivir con la lectura de manera realista y posible. No hace falta esfuerzo heroico: hace falta frecuencia.

¿Cómo? Algunas estrategias:

1. Elegir un horario fijo: antes de dormir, al despertar, en el colectivo, después del almuerzo. La regularidad facilita el hábito. En mi caso, usualmente es a la mañana mientras desayuno o a la noche.

2. Crear un pequeño ritual: un lindo espacio, una bebida, un lugar cómodo, un resaltador. Asociar la lectura con algo placentero la vuelve más sostenible.

3. Reducir fricciones: tener el libro a mano, la app abierta, el capítulo marcado. Cuanto menos esfuerzo implique empezar, más fácil será cumplir.

4. Usar temporizador: poner una alarma de 30 minutos ayuda a mantenerse enfocada sin mirar constantemente el reloj.

5. Eliminar distractores: silenciar notificaciones o dejar el celular lejos (muy lejos) durante ese rato.

6. Elegir lecturas acordes al momento: si estás muy cansada, optar por textos más livianos. Si tenés energía, avanzar con algo más denso.

7. Registrar avances: anotar qué leíste cada día, aunque sea una línea, refuerza la sensación de progreso.

8. Llevalo con vos: Flor Freijo dijo, a modo de ejemplo, que para mantener el hábito de hidratarse solemos llevar la botella a todos lados. Lo mismo ocurre con el libro. 

Con pequeñas estrategias y una intención clara, media hora diaria puede convertirse en un motor enorme para volver a habitar el mundo de la lectura.